En Japón existe una maravillosa técnica para reparar vasijas rotas.
La técnica se llama “Kintsukuroi” y se basa en reparar con oro y otros metales de valor aquello que ha sido quebrado.
En lugar de usar pegamento o sencillamente descartar la vasija, el artesano toma la pieza rota y comienza a restaurarla con oro.
Al finalizar el trabajo, la vasija es una pieza única y valiosa porque sus grietas, ahora sanadas, la han hecho distinta a todas las demás.
Creo que vivimos en una sociedad que realmente es mas dada a descartar que a sanar.
Si algo se rompe, se bota.
Si algo no funciona, se sustituye.
Si algo ya no satisface, se descarta.
Pero quiero hablarles de un Artesano que no descarta; si no uno que ve el valor de cada pieza, uno que es capaz de reparar lo quebrado añadiéndole valor.
La Palabra, en Isaías 54.11-12, nos narra cómo Dios se acerca con ternura al dolor de una mujer hecha pedazos para establecer una promesa:
“Ciudad (MUJER) afligida, azotada por tempestades y sin recibir consuelo de nadie. Fíjate, ahora Yo pondré tus piedras sobre turquesa y echaré tus cimientos sobre zafiros. Con rubíes construiré tus torres y tus puertas con joyas. Construiré toda tu muralla con piedras preciosas.”
El rubí y el zafiro son piedras preciosas que no solo son hermosas a la vista, sino también extremadamente fuertes.
Mas allá de lo que estuviera atravesando esta mujer, a pesar de lo quebrada que estuviera, Dios no la descartó.
Independientemente de cuán rechazada pudo haber sido, ella no perdió su valor.
Así mismo como el artesano toma la vasija rota y la restaura con oro; Dios tomó los pedazos quebrados de está mujer, la reparó con algo más importante que el rubí y el zafiro… la restauró con Sus propias manos y la estableció con firmeza para que estuviera segura.
Cada una de nosotras podemos estar experimentando el dolor de sentirnos rotas por dentro.
Cada cual arrastra un vacío y un sufrimiento distintos en su propia historia.
Como esa mujer, sé que a veces lo que atravesamos nos puede hacer sentir sin valor, desesperanzadas y a la deriva… PERO Dios te está diciendo hoy que esa NO es TÚ verdad.
Tú no estás a la deriva, porque estás en las manos del Artesano.
Aunque actualmente te sientas perdida y no sepas para dónde vas, Dios sigue siendo el capitán de tu barca y Él sí conoce a dónde te lleva.
Tú no serás movida por las circunstancias de la vida, porque Dios te ha establecido sobre Alguien sumamente fuerte y duradero; se llama: Jesús, el Alfarero, el Artesano, tu Salvador y Redentor. Aquel que hace posible lo imposible, el que revierte toda maldición, dolor y traición en una nueva oportunidad.
¡Creo que mientras estemos en esta tierra nunca comprenderemos cuánto nos ama nuestro Creador!
Tú eres valiosa para Dios, el Artesano no te descarta.
Ten la seguridad de que, como la historia de esta mujer, tu historia no finalizará con tus pedazos rotos, sino que verás al Señor completando Su obra en ti.
Tú no te echarás a perder, porque el mejor Artesano te tiene en Sus manos.
Incluso, así como la vasija que se rompe adquiere más valor por el oro con el que es reparada, hasta tus piezas más rotas serán usadas para la gloria del nombre de Jesús.
No temas, si crees lo que Dios ha dicho, el Artesano te convertirá en quien Él dijo que serías.
No olvides nunca mujer, el Artesano te ama eternamente.
Con amor, de una GUAPA para otra GUAPA💋